La era de los alimentos ‘sin’

El escritor, político y jurista francés Jean Anthelme Brillat-Savarin en 1825, en uno de sus libros titulado, “Fisiología del gusto” (Physiologie du goût en francés) escribió esta famosa frase: “dime lo que comes y te diré quién eres”. Estoy seguro que todo el mundo ha escuchado o leído esta cita en algún momento.


Detrás de esta frase se esconde algo que siempre me ha fascinado como Profesional de Nutrición: la alimentación y su relación con la identidad. La alimentación es algo que está relacionado con la identidad. Así como la música que escuchamos, nuestra manera de vestir, el idioma que hablamos o nuestro origen cultural reflejan parte de nuestra persona; del mismo modo, lo que decidimos llevar a nuestra boca de alguna u otra manera nos define.

Jamás en la historia de la humanidad tuvimos acceso a tantas “posibilidades alimentarias” como hoy en día. Los consumidores están preocupados en buscar una variedad más amplia de alimentos, lo que contribuye al surgimiento de una Era Alimentaria “Sin” por la industria agroalimentaria.

Actualmente estamos en la era de los alimentos ‘sin’ y esta tendencia recién se está empezando, pues “tiene para rato”. “sin Lactosa”, “sin preservantes”, “sin Organismos Modificados Genéticamente (OGM)”, “sin azúcar”, “sin pesticidas”, “sin sal”, “sin colorantes artificiales”, “sin saborizantes artificiales”, “sin colesterol…”, “sin grasa trans”, "sin gluten", etc… estoy seguro de que si “Physiologie du goût” fuera publicado en 2017, Jean Anthelme Brillat-Savarin hubiera escrito: “dime lo que NO comes y te diré quién eres”.

¿Pero, de dónde viene esta búsqueda de ausencia en los alimentos? ¿De dónde nace esta tendencia? Quién la inventó? Siento que entre los consumidores, existe un temor… pero ¿temor a qué? ¿a quién?

Finalmente, creo que estamos atrapados en las garras de una industria agro-alimentaria que esconde, tal vez, algo que no quiere que nosotros sepamos.

Tras varios escándalos, los consumidores siguen desconfiando en una industria agroalimentaria vulnerable, debido a que existen rumores sobre el uso de ingredientes químicos muy polémicos (aditivos peligrosos, residuos de medicamentos veterinarios) y etiquetados falsificados. Sustancias, que, obviamente tienen impactos negativos sobre la salud.

En un mundo donde la gente ya no tiene tiempo para preparar los alimentos en casa y que lamentablemente optan por las soluciones más “fáciles” y “rápidas” (bueno, en realidad no quise decir soluciones “fáciles y rápidas”, porque estoy seguro de que existen técnicas fáciles y rápidas para preparar los alimentos manera saludable); entonces, en ese contexto, los consumidores finalmente se ven obligados a depender de una industria en la cual ya no tienen confianza. (Depender de algo que no confías). Triste, ¿No?

Yo creo que toda esta historia de la era de los alimentos ‘sin’ ha sido planificado y diseñado con un fin económico bien estructurado por un “grupito” privilegiado que pretende controlar el mundo alimentario. Mire bien; al entrar a un supermercado, en el estante usted encontrará un sin fin de productos alimenticio que dice ‘sin’, lo llamativo es que, el precio varía de acuerdo al número de “Sin” que tiene el rotulado del producto, en otras palabras, la cantidad de ‘sin’ es proporcional al precio de dicho producto. Y así, los consumidores con más capacidad económica pueden darse ese lujo de elegir lo que comen, pueden evitar o escoger lo que es malo o bueno para su salud.

Ahora bien; me pregunto ¿Qué hay de los que tienen una capacidad económica limitada para adquirir estos productos? ¿Es aceptable pagar más para evitar ciertos ingredientes o algún contaminante en nuestra alimentación? ¿Es justo que para adquirir un producto saludable se debe pagar más?

Con esa tendencia de ‘sin’, imagino a dos grupos de personas en un futuro cercano: veo a un grupo que se acomoda en adquirir alimentos baratos o económicos pero que no tienen nada que ver con lo saludable; por otro lado, un grupo que sí puede adquirir productos a un precio elevado. Estos productos, según la industria, son “saludables”.

Afortunadamente, existen otras alternativas. Cultivar en nuestro propio huerto o comprar alimentos básicos y volver de nuevo a la cocina con la costumbre de preparar nuestros alimentos de manera saludable, entre otras, constituyen una de las mejores armas poderosas para luchar contra esa industria que ha inventado esa Nueva Era ofreciendo productos ‘sin’ a un precio elevado con el propósito de llenar sus bolsillos.

La escritora estadunidense Ellen G. White en su obra titulada “El Ministerio de Curación, páginas 227, 228” afirma que “las frutas, las verduras, los cereales integrales, los frutos secos, las legumbres y las semillas… preparados de modo más sencillo y natural posible, son los comestibles más saludables y nutritivos”.

No existe ningún alimento más saludable, nutritivo, seguro, perfecto y “puro” que los que hemos mencionado arriba y, a menudo estos no presentan ningún rotulado para indicar estos ‘sin’.

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